jueves, 5 de julio de 2018

El diario de la princesa (Carrie Fisher)

Hablemos en plata; Star Wars (la trilogía inicial) es una saga predecible, con guiones flojos y que el tiempo posiblemente destripe. Pero fue la primera (o de las primeras) en crear dos cosas únicas, la primera un universo propio (todos hemos blandido una espada láser en algún momento) y la segunda el mayor giro de guión hasta el momento (Luke, yo soy tu padre). Hay que pertenecer a ese universo para entender el libro de “El diario de la princesa”. A mi forma de ver, es uno de los últimos “lap dance” de una actriz mediocre que tuvo la suerte de encarnar a un mito de los setenta-ochenta-noventa y con el relanzamiento de la saga quien sabe hasta cuando.




Este libro no tiene otro sentido que alimentar el hambre de los hiperfans de la saga, siembre hambrientos del último detalle de un mito.
Está correctamente escrito, seguramente tuvo mil negros corrigiendo, así que tampoco tiene mucho mérito. No llega a impresionar su escritura.
A mi personalmente me parecen interesantes dos contrapuntos que se aprecian en la historia. Por un lado, se puede contraponer las experiencias de una mujer joven, con sus sentimientos expresados en crudo frente a los comentarios hipereditados de una mujer en su ocaso vital, después de haberlo vivido casi todo. A mi me parecen mas interesantes literariamente hablando, algunas partes del diario, aunque esta rodeado de mucha nimiedad. La parte hipereditada va directamente a los fans, contando las cosas que previsiblemente éste espera. Curiosamente una vez acabada la lectura, la parte más interesante son las aportaciones sobre los primeros pasos de la saga.
El segundo contrapunto, es la de una adolescente, con un amor adolescente de los que son para siempre hasta que se acaban frente a un señor ya curtido y que a mi se me aparece con la sonrisa cínica de Indiana Jones.


El restaurante (La fogata) ha sido una locura. Ha triunfado la bandeja paisa, que básicamente consiste en meter todos los hidratos de carbono posibles en una bandeja.


A mi me volvió loco como se puede hacer una paella con forma de donut y ponerle en nombre de tu restaurante en señal de orgullo. Pero se come muy bien y con muy buenas vistas. El postre ha sido un nevado en Juan Valdes, esta bueno, pero hay que probarlo en Colombia, a ser posible en el patio del Juan Valdes de la plaza de Armas de Popayán.