martes, 29 de octubre de 2013

Rayuela (1963)

Portada de Rayuela. 50 Edición conmemorativa


El dolor de la lucidez

Mi deficiente formación literaria hizo que yo tuviera la necesidad de leer Rayuela tras el visionado de la película “Lugares Comunes” de Adolfo Aristarain. En ella un profesor universitario (Federico Luppi) al que jubilan anticipadamente realiza un discurso de despedida ante su alumnado. En el, además de mostrarles lo que espera de ellos como futuros profesores de literatura, (muy recomendable para “profes” http://www.youtube.com/watch?v=oKBGfpHCbYc) desliza la idea de que Rayuela es la mejor novela de la historia, lo cual fue la semilla necesaria.

Rayuela es una gran obra, quizás no una obra maestra pero una gran obra literaria sin lugar a dudas. Para mi gusto, le sobran palabras, que no capítulos, imprescindibles los capítulos extras. Creo que en algunos momentos las divagaciones se exageran consiguiendo que el lector tenga que esforzarse en mantener la atención en el hilo argumental que Cortazar deshila.
Es bien sabido que tiene una estructura novedosa y por tanto arriesgada. Decía mi madre, el que no arriesga no falla, bien yo creo que falló. No aporta nada, salvo incomodidad, el hecho de ir saltando de una parte del libro a otra. Por otro lado, aunque hay algunos capítulos, más allá del 56, que podrían suprimirse en aras de una mayor brevedad, creo que la mayoría son literariamente necesarios, en muchos casos son los encargados de cambiar el swing de la novela.

En mi opinión, tiene un claro aire teatral, destacando tres actos o noches: la de la fiesta del club, la noche de la muerte de Rocamadour y la noche de preparación de las defensas.

“De que va Rayuela”

Rayuela en su primera parte parisina, nos traslada a la tardo-adolescencia, cuando ya se tiene una formación importante en alguna área pero se desconocen las respuestas. Esas respuestas que todos buscamos; las respuestas absolutas, como se encargan de apuntarle a su protagonista. Es esa búsqueda, el camino que nos introduce en la experimentación con nuevas sensaciones físicas o químicas, a la inmersión en distintas artes o ciencias, o la redención total a través de la religión. Es el momento de los ídolos y de la destrucción de los ídolos.
El protagonista esta en ese punto vital, en que sin haber encontrado las respuestas, comienza a pensar que no las va a encontrar nunca.

los cansancios en que lentamente se va sacando del bolsillo del chaleco la bandera de la rendición

La atmósfera de esta parte me retrotrae a la que encuentro en el libro “Sobre héroes y tumbas” (1961) de Ernesto Sábato y a la película “El lado oscuro del corazón” (1992) de Eliseo Subiela.


En la parte argentina, el ambiente cambia de sesgo, y va entrando en una espiral donde se acaba con una ruptura mental, no se sabe si en locura. Este ambiente, rallante en la locura, aunque sin entrar en ella, me recuerda  la obra de Salinger, El guardián entre el centeno. Sin duda esta parte es mejor que la primera.
En un principio yo no vi la necesidad de que ambas partes formen una unidad, aunque es verdad que la visión que tendríamos de Horacio en Argentina sería distinta si no supiéramos sus peripecias en París.
La obra también se relaciona con Viaje al fin de la noche, obra que personalmente no he leído.


El viejo almacén de Buenos Aires, tiene un buen ambiente y una mejor carne. Las mejores empanadillas que he comido y un bife sabroso aunque hay que reconocer que la colita uruguaya estaba mejor, todo regado con un buen vino, siendo el de la casa. De postre teoría sobre el consumo del chocolate. Todo ello tuvo un coste importante (no fue barato, vamos).
(en amarillo añadido después de la comida)

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